Fundación Canto por la Vida

 

 

Notas de progreso para Ginebra

En Ginebra todos los niños, de primero a tercero de primaria, cantan y tocan instrumentos musicales durante una hora a la semana. En Ginebra, es posible que un niño estudie guitarra, bandola y tiple, por treinta mil pesos al mes. Es sorprendente que los niños de este municipio del Valle del Cauca, a miles de kilómetros de Europa, tengan esta posibilidad gracias a la labor de la Fundación Canto por la Vida.

 

Tal vez este pueblo ratifique la idea de que quien toque un instrumento musical, jamás empuñará un arma. Ginebra es uno de los municipios más pacíficos de la región, según Dalia Conde Libreros, directora y creadora de Canto por la Vida, una fundación que transforma realidades, a través de la educación musical.

 

La fundación nació hace 20 años, como parte del proyecto de formación musical impulsado por los creadores del festival de música andina Mono Núñez. Desde 2002, Canto por la Vida se independizó y, desde entonces, amplió y fortaleció sus programas.

 

El proyecto busca vincular a los estudiantes, desde primero de primaria hasta último año de bachillerato, con la música, el canto y la construcción de instrumentos musicales. Al graduarse del programa, los jóvenes reciben una certificación como técnicos en música con énfasis en un instrumento de cuerdas y otro de viento sinfónico.

 

Durante la etapa de semillero, cerca de mil estudiantes de primero a tercero, de las 3 escuelas de Ginebra, entran en contacto con la música andina a través del guitarrillo. Este novedoso instrumento se parece a una guitarra pequeña, pero tiene solo cuatro cuerdas. Creado por los docentes de la fundación, el guitarrillo tiene como objetivo enseñar a los niños a tocar un instrumento sencillo mientras cantan, para que posteriormente, aprendan a tocar otros más complejos como la guitarra, el tiple y la bandola.

 

Finalizado el semillero, los estudiantes pueden continuar su formación en la sede de Canto por la Vida, en las tardes, después del colegio y los sábados en la mañana. Los niños adquieren nuevos conocimientos y emplean sanamente su tiempo libre. En esta etapa, se inscriben cerca de 300 niños cada año.

 

Otro principio de la fundación es inculcar en los estudiantes, el deseo de ir a la universidad. “En este proceso, es fundamental trabajar también con la familia, para que apoyen a los chicos”, comenta Dalia Conde Libreros, directora y creadora de la fundación. Para lograr que los egresados, que en promedio son unos 25, asistan a la universidad, la fundación paga el primer semestre de estudios, mediante donaciones y un programa de apadrinamiento. “Todos nuestros egresados han seguido estudios superiores”, comenta con orgullo Dalia Conde.

 

Ginebra colinda con El Cerrito y Guacarí “Allí se viven problemas de violencia, que acá no se sienten tanto y, en parte, eso se debe a que los niños de Ginebra tienen más opciones, para usar su tiempo en las tardes, en lugar de estar en las calles.”, comenta la directora de la Canto por la Vida, fundación nominada al Tributo Semana Royal Salute 2014.

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